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Innisfree

Invitado especial: José Luis Guerín, director


«I will arise and go now, and go to Innisfree» (W.B. Yeats)


Es lícito advertir que Innisfree no es una película para todos los públicos. Me explico: no está hecha para aquellos que no hayan visto “El hombre tranquilo” (“The Quiet Man), John Ford); en primer lugar, porque no van a degustarla de la misma manera;  y, en segundo, porque quieres a estas alturas no han visto aún el film de Ford (y oportunidades ha habido demasiadas; exhibición  inematográfica, pases por TV, video, por lo que no caben excusas posibles, como tampoco cabe la duda, quien la ha visto no puede olvidarla jamás), no merecen ser llamados aficionados al cine. Si no les picó alguna vez el gusanillo de ver el Innisfree de Ford, dudo que vengan ahora a ver el de Guerín. Lo dicho anteriormente vale igualmente para quienes, aún cuando han visto la película, no les ha dicho nada, ni siquiera les gustó. Todos estos, por favor, que no vengan a ver “Innisfree”.


Porque venir a ver Innisfree es algo más que ir a ver una película cualquiera de esas de músculos, acción, tortugas ninja y demás muñecoides vivientes. Venir a ver Innifree supone, prácticamente, un acto ritual: comulgar con nuestro máximo sacerdote cinematográfico, John Ford, y, de la mano de ese discípulo aventajado que es José Luís Guerín, volver a reencontrarnos con nuestros orígenes, nuestras raíces, el fundamento de nuestro más íntimo imaginario: el cine más puro, aquel que ha rellenado nuestras vivencias/cultura de indios, piratas, gángsters, monstruos “de los de verdad”, besos a tornillo, ladrones de bicicletas, mujeres mil veces soñadas, Humphreys Bogart, Marilyns, canciones inolvidables y… el verde paisaje de Innisfree, el lugar que todos soñamos visitar.

José Luis Guerín se ha encargado de hacer realidad nuestro sueño. Él ha ido por todos nosotros a Irlanda y nos ha traído el Innisfree de Ford 37 años después. Faltan John Wayne y Maureen O'Hara, pero allí están la estación, la taberna, las verdes colinas, las piedras milenarias. Hay aún algo más en este Innisfree revisitado: los verdaderos habitantes de Cunga St. Feichin/Innisfree, cuya vida ya no es la misma desde que la troupe de El  hombre tranquilo pasara por allí (que momento más maravilloso en su vida es ¡haber bailado con Maureen O'Hara!). También de esta presencia invisible, de la implantación del cine en el imaginario colectivo de todo un pueblo (los niños de Innisfree, sin haber visto la película, se la saben de memoria) nos habla el film de Guerín. El origen estricto del mismo “fue durante un viaje por Irlanda, cuando me detuve a beber unas pintas en el pub de un pequeño municipio donde un entrañable colectivo de gente bebía, cantaba, y hablaba de John Ford. Paralelamente resultó determinante la seducción por el calibre humano de esas personas que se revelaban además como excelentes actores en estado puro. (…) Hay sin embargo algo que aparece como inexcusable singularidad de Innisfree, se trata del  patrimonio adicional asumido e incorporado a las tradiciones locales. Un evento que dada su proximidad en el tiempo late con más fuerza en muchos factores de esa colectividad: la estancia de un equipo de Hollywood que llegó allí treinta y siete años atrás” (José Luis Guerín).


“John Ford reencontró las ruinas de su hogar y de algún modo quiso recuperarlo mediante la realización de una película” (José  Luis Guerín); del mismo modo, decimos nosotros, José Luis Guerín ha reencontrado las ruinas de ese hogar cinematográfico que es Innisfree, y  ha querido recuperarlo mediante la realización de esta película.  Pero aún se nos antoja que hay un segundo propósito en el Innisfree gueriniano: reencontrarse personalmente no ya solo con esa esencia del cine (que nosotros compartimos con él) como imaginario del que hablábamos antes, sino reencontrarse igualmente, como director, con la forma más pura del cinematógrafo; el plano de John Ford, repetirlo, perseguir el por qué de un determinado encuadre, qué era lo que Ford dejaba fuera, imaginar la misma puesta en escena de The Quiet Man.


Pocas películas destilan, así, tanto cine como este Innisfree de José Luis Guerín.
Imágenes (cinematográficas) han conformado nuestra memoria; y en esta conformación del imaginario, la tierra que todos quisimos pisar, el hogar en que nos hubiera gustado haber nacido, las  cervezas que siempre quisimos beber están en Innisfree.

SESIÓN 1365 - 11/3/1991 

INNISFREE · España · 1990 · 110 min

Dir.: José Luis Guerín · G.: José Luis Guerín · Fot.: Gerard Gormezano · M.: Víctor M. Young; Extracts from “The Quiet Man”, “Nowhere” By The Exiles; Baladas por la gente de Innisfree · Prd.: Paco Poch, Virginia Films, TVE, La Sept, PC Guerín, Samson Films Limited · Int.: Padraig O'Feeney, Bartley O'Feeney, Annalivia Ryan, Anne Slatery, Habitantes de Cunga St. Feichin

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